
Si has paseado por mi web y has leído mi bio, sabrás que mi formación profesional es Terapia Ocupacional y que al acabar me formé en Arteterapia. Hoy me gustaría explicarte cómo llegué a unir estas dos formaciones para ser la que soy y dedicarme a lo que me dedico.
Si “googleas” el término podrás encontrar esta información en Wikipedia:
“El objetivo de la terapia cupacional es ayudar al paciente a mejorar su autonomía en las tareas de la vida diaria, y asistir y apoyar su desarrollo hacia una vida independiente, satisfecha y productiva.“.
La Terapia Ocupacional es el vaso medio lleno
Sin entrar en pormenores ni darte la gran charla sobre la filosofía que ejerzo, me gustaría decirte para empezar que la Terapia Ocupacional trabaja en positivo, que es lo que más me gusta de la profesión.
La Terapia Ocupacional se encarga de aumentar la calidad de vida de las personas que tienen una problemática psíquica, cognitiva y/o física, detectar qué falla y qué funciona, y trabajar con lo que funciona para que las personas puedan llevar una vida lo más normalizada y autónoma posible. Trabaja con personas que han sufrido un cambio inesperado en sus vidas como un accidente, la detección de una enfermedad…, y que ese cambio suele significar algo negativo porque han perdido la calidad de vida que tenían anteriormente.
El papel del terapeuta ocupacional es detectar lo que sí va bien y potenciarlo para que se puedan suplir las funciones perdidas. Es por ello por lo que los terapeutas ocupacionales trabajan en positivo. A lo que me lleva a otro concepto importantísimo en la profesión: La volición.
La volición es el acto de la voluntad. Y la voluntad, entre muchas acepciones que nos facilita la RAE, se define como:
“Elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue”.
Ahí es nada. Esta acepción es, para mí, la mejor explicación de que el mundo se mueve por la volición de todos nosotros. Esto lo significa todo para cualquier intervención. La elección que decide uno mismo, sin mandatos externos, sin obligaciones. La decisión que nace de uno mismo para hacer, o no hacer, lo que cada uno desea.
El terapeuta ocupacional trabaja con lo que le motiva a cada persona, con lo que a cada persona le nace de dentro y que desea realizar. Es ahí cuando empieza la verdadera rehabilitación, en la que el cliente detecta qué necesita para volver a sentirse realizado, para recuperar la autoestima y su felicidad.
En mi formación me empapé tanto de volición como de ocupaciones. Pero esta vez de las ocupaciones típicas de los estudiantes: trabajos, exámenes, prácticas... Como cualquier estudiante que se precie, acabé mis estudios agotadísima, jurando y perjurando no me volverían a ver estudiando en una buena temporada.
Pero la que tiene boca se equivoca. Y durante ese verano descubrí una formación vinculada al ámbito social y clínico. La Arteterapia me llamó la atención de manera inmediata por la mezcla de algo que conocía como era el concepto de terapia, con lo desconocido y etéreo como el arte. Y allí que me fui, en septiembre ya estaba empezando la formación de Arteterapia.
Lo que más me atrajo es que en la formación no era necesario el conocimiento técnico de ninguna disciplina artística. Descubrí después que la formación que realicé involucraba diferentes disciplinas artísticas lo cual enriquecía la experiencia, el conocimiento y el crecimiento personal. Me sorprendió ver mi evolución.
Yo, que siempre había sido de expresarme a través del cuerpo y la danza, salía de mi zona de confort por voluntad propia y decidía aventurarme en las artes plásticas, en la música, o en la poesía. Trabajase con la disciplina que trabajase, el trabajo artístico que hacía me sacaba las respuestas que había en mi interior y los retos para descubrirme. Todo ello fue un proceso intenso y agotador, como todo lo que vale la pena vivir.
Cuanto más descubría de mi a través del arte más crecía mi voluntad para descubrirme y superarme. Descubrir por qué creía lo que creía, decía lo que decía, y actuaba como lo hacía; y pude cambiar aquello que no me representaba, despedirme de mi antigua yo y reformularme. El límite para mejorar era el cielo. Y eso se convertía en una fuente de energía motivadora para seguir aprendiendo.
Si tuviera que definir la Arteterapia a nivel personal podría hacerlo con una frase:

La vida me dio alas, pero la Arteterapia me enseñó a usarlas
Es por eso que mi interés en esta web es darte a conocer esta fantástica terapia a través del arte. Todos tenemos derecho a sentir el viento en nuestras alas, a despedirnos de lo que nos hace mal, a descubrir nuestros miedos para superarlos y a vivir una vida plena y sana.
Si tienes interés en saber cómo se practica la Arteterapia te invito a suscribirte a mi Newsletter, recibirás noticias relacionadas con la Arteterapia y como regalo de bienvenida mi Guía de 3 ejercicios de Arteterapia para que puedas realizar en tu rincón preferido del mundo.
Una vez más, gracias por pasarte a leer. Siéntete libre para comentar.
Rocio says
Muy interesante tu propuesta en arteterapia, me encanta cantar y estoy en camino a recibirme de Terapista Ocupacional, me encantaría poder fusionar ambas cuestiones para poder en un futuro trabajar desde lo artístico y poder así contagiar un poco de lo que me genera lo artístico y terapéutico y poder transmitirlo.
Maite Galán says
Hola Rocío, qué interesante tu propuesta! El arte, en cualquiera de las disciplinas es abrir las alas del autoconocimiento, y eso siempre lleva bienestar y paz.
Un abrazo