Para mi es reciente el descubrimiento de este concepto. Como todo lo bueno, llegó de la mano de alguien especial y en el momento adecuado para desplegar las alas metafóricas y conocer hasta dónde puede llegar uno mismo con su voluntad.
Es un concepto habitual en los ámbitos de la educación, laboral y en general es el ámbito social, ya que se gesta en la relación de las personas.
Por si no lo conocéis, el efecto Pigmalión, es el efecto en el que de manera inconsciente una persona moldea a otra en unos resultados que para la primera persona eran previsibles. El ejemplo más habitual: Una madre que repite constantemente a su hijo “te vas a caer” cuando lo ve subido a algún árbol. De manera consciente la madre no quiere que se caiga su hijo, faltaría más, pero de tanto repetirlo el niño es muy posible que integre ese concepto y que finalmente se caiga. El niño tuvo en algún momento la creencia de que podía caerse, y al oírlo tan a menudo la creencia se convirtió en certeza.
De acuerdo, es muy posible que el niño hubiera caído igualmente, pero la manera de afrontar esa caída será muy distinta si ha oído el incesante “te vas a caer” o si no lo ha oído.
En este caso, el niño que no ha oído la posibilidad de caída, puede estar sorprendido de la caída y plantearse el porqué de ella para perfeccionar la técnica al trepar y que no le vuelva a pasar. Para él lo lógico es seguir subido al árbol.
El niño que sí ha oído la posibilidad de caída, al caer está cumpliendo la profecía que otro ha creado para él. No se plantea porqué ha caído, si se ha caído es porque lo que estaba haciendo no era posible. No es posible trepar un árbol. Para él lo lógico es caerse si trepa un árbol. Ese niño ha interiorizado que lo lógico es acabar en fracaso. Quizás porque es torpe y su madre lo sabe, alguien muy cercano a él sabe que no es capaz de hacerlo. Inconscientemente ¿por qué seguir intentándolo?
¿Quién me creo yo?
Nos acompañan una infinidad de creencias limitantes que ni somos conscientes de ellas. Son verdades universales para nosotros que salpican todos los aspectos de nuestra vida. Somos talentosos en algo, somos negados en otra cosa, es un hecho, no hay excelencia en todo lo que llevamos a cabo (y tampoco es necesario llegar a la perfección, no existe). Pero el prisma desde donde planteamos nuestros talentos y faltas será distinto si hay un pensamiento que llama al fracaso, o si hay un pensamiento que llama al crecimiento y a la mejora.
Ciertamente hay una creencia de que aspirar a lo más osado, a lo más atrayente, a lo más grande, conllevará acabar en fracaso. Que alguien no lo consiguiese no implica el autocumplimiento de que tú tampoco lo lograrás. Su bagaje emocional, sus capacidades, sus limitaciones, su manera de afrontar las adversidades no serán iguales que las tuyas, así que ¿Por qué no probarlo? No te quedes con la sensación de incertidumbre de “¿Qué hubiera pasado?”. No te quedes con la profecía que personas cercanas te auguren. Dichas personas hablan desde sus limitaciones, desde su propio efecto Pigmalión negativo.
Y diferencio la partícula en negativo, porque al igual que hay un efecto negativo en creencias limitantes, también existe el uso de este efecto con resultados positivos. Las creencias interiores y exteriores también de que estás yendo por el buen camino, de que podrás con las adversidades, de que el resultado valdrá la pena… Todo eso que ayuda a cumplir la profecía de que conseguirás tus objetivos.

Te animo a que, si te ha parecido interesante, revises tus creencias limitantes, los efectos que han causado en ti, o que tú has proyectado a otros. Porque es desde la consciencia que podemos cambiar patrones y crecer como personas.
Gracias por pasarte a leer. Siéntete libre para comentar.