
Hoy te voy a explicar de dónde vienen las emociones que te generan el pensamiento negativo y cómo te acompañan en tus decisiones, para que seas consciente y puedas cambiar esa dinámica mental.
Si quieres más, dale al play o sigue leyendo.
En concreto hoy quiero abordarlo a partir de 3 aspectos que te pueden ayudar a comprender por qué, a pesar de habernos trabajado emocionalmente, incluso de haber acudido a terapia durante un tiempo y sabernos la lección, volvemos a los pensamientos recurrentes, la mayoría de ellos autodestructivos. Si no… pues seguramente no hubieras hecho clic en este post.
Y me nace compartir este post porque sé que muchas personas compartimos ese látigo personal de castigarnos cuando se supone que hemos leído mucho sobre ello, que queremos tener una visión positiva de la vida, vivir en comunión y armonía con el cosmos… y nos dura 15 días.
Así que es posible que todo lo que te cuente, ya lo hayas visto en vídeos o leído en los 15 libros que tienes de cómo funciona el cerebro, pero yo te lo recuerdo, ningún problema.
El origen del pensamiento negativo
Para empezar, el origen de todo es cómo percibimos nuestro propio entorno, nuestra realidad.
Porque la realidad es completamente subjetiva. Cualquier acto aleatorio que nos suceda rápidamente nos conecta con nuestra propia historia. He leído libros con mis amigas y cada una ha extraído un significado o un párrafo clave que a las demás no les ha llamado la atención. ¿Por qué? Pues porque la realidad se ajusta a lo que percibimos.
Y esto pasa porque el cerebro no puede procesar tantísima información en un día, vivimos es un mundo con estímulos infinitos (y no sólo ahora con las nuevas tecnologías, vete a un prado en Asturias y fíjate todas las tonalidades de verde que puede tener una montaña… para flipar).
Entonces ¿qué hace el cerebro? Filtra sólo la información que es relevante, y esa información es relevante porque está asociada a una emoción. Por eso recordamos con mayor facilidad una canción que las declinaciones latinas o la tabla periódica.
La emoción, Creadora, la emoción es la clave.
Así que tenemos un estímulo exterior que activa una emoción y ésta activa una respuesta adaptativa al entorno para sobrevivir, porque todo se basa en eso, en sobrevivir.
¿La intuición es negativa?
Y el primer proceso que experimentamos es la intuición, nuestra sutil amiga.
La intuición actúa como esa indirecta que te da tu mejor amiga cuando estás metiendo la pata para que pares. Tu amiga lo ha hecho, te ha avisado, pero tú no estabas atenta.
Las señales que te da la intuición pueden ser un leve aumento del ritmo cardíaco, activar la sudoración… Es ese pálpito, esa reacción visceral que te hace aceptar o rechazar una idea antes de buscar el proceso cognitivo.
Y utiliza la heurística de reconocimiento que, ante una situación que desconoce toma la decisión que le es más familiar. Esto de “familiar” puede ser una experiencia que hayas vivido en el pasado: el pasado de hace 3 años, o el pasado de 5 minutos antes. El neurocientífico John D. Haynes demostró en sus estudios que el cerebro toma una decisión 10 segundos antes de que lo hagas conscientemente, y te muestra unas cuantas opciones como las migajas, para que creas que la decisión la has tomado tú, pero no, la intuición se te ha adelantado. Esto indica que la intuición no es irracional, todo lo contrario, pero utiliza unas vías de decisión tan inmediatas que no las tomamos por válidas.
Lo que activa el pensamiento negativo consciente: sesgos y mecanismos de defensa
Y posterior a esta toma de decisión intuitiva se inician los procesos cognitivos, que activan los mecanismos de defensa (te hablé de ellos en este post, o en el vídeo que encontrarás justo debajo) y sesgos, como el sesgo de negatividad que da más valor a lo negativo que a lo positivo, o el sesgo del status quo, que valora la estabilidad ante cualquier cambio por bueno que parezca… lo que viene siendo el “mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
Y este procesamiento mental activa, obviamente emociones que pueden hacerte cambiar la decisión que intuitivamente habías tomado.
Y me gustaría aclarar, tanto los mecanismos de defensa como los sesgos no son malos de por sí, nos han ayudado a sobrevivir, pero son como la sal, que si le pones el punto exacto, jolín si te arregla un plato, pero como te pases… adiós a la degustación.
Las emociones también tienen un contexto histórico
Y hablando de emociones conocidas que se activan en los procesos cognitivos elaborados, también me gustaría hablarte de un factor bastante desconocido, pero que es básico. Y es que el conocimiento de las emociones varía en función del contexto y de la historia social y, por supuesto, familiar.
Por ponerte un ejemplo: el bostezo se ha relacionado con el aburrimiento desde siempre… ¿Seguro desde siempre? Pues no, en el S. XII los trovadores identificaban el bostezo como símbolo de amor profundo (imagino que ha evolucionado hacia el suspiro en los últimos siglos), y en los últimos años se ha demostrado que el bostezo incrementa el flujo sanguíneo por lo que hace de refrigerador cerebral, para que llegue más oxígeno y podamos atender lo que tenemos entre manos (y que además se contagia porque somos muy empáticos y las neuronas espejo son lo más). O sea, que de amor profundo, a aburrimiento, y de aburrimiento a activación intelectual.
Otro ejemplo: vivimos en la época en la que la felicidad y el bienestar es el objetivo a lograr. Me refiero que el éxito personal, el éxito profesional, pasa por vivir plenamente y feliz (que no hay que confundir con estar feliz o estar contentos, esos son estados temporales). Te puede parecer obvio a estas alturas… ¿Pues qué me dices si te digo que el new age de positivismo podría ser una moda? Como lo oyes, porque los que vivieron en el s XVI vivieron un auge de malas vibras. Para ellos el éxito personal y profesional se alcanzaba a través de la tristeza y el sufrimiento. Los libros de autoayuda te preparaban para cultivar la tristeza como una habilidad, deprimirte era su función. Se basaban en el fundamento de que si te acostumbras a la tristeza es más fácil y rápido superar lo malo que te ocurriese… Los gurús de aquella época debían ser Rito Mejide.
Hay emociones concretas que sólo existen en zonas geográficas específicas. Como el relativamente nuevo concepto hygge. Término danés para explicar una emoción de confort, paz, calidez, intimidad, placer y bienestar. Para los daneses es normal sentir esa emoción porque la crearon ellos, saben que existe y la identifican cuando la sienten.
Es por eso que sientes las emociones que sientes: porque las conoces, te acompañan en tus experiencias y construyen tu intuición y tus mecanismos de defensa. Se instauran como norma en tu contexto social y son verdad absoluta en tu contexto familiar.
Cuando un pensamiento negativo te atrape te invito a que reflexiones acerca de estos 3 puntos: Qué dice tu intuición, qué dice tu procesamiento cognitivo y qué dice tu contexto histórico y familiar. ¿Qué cambiaría si vivieses en otro país o en otra familia? Tendrías los mismo pensamientos o las mismas creencias?
Gracias por tu tiempo.
Adriana Olivera Pérez says
Me parece un artículo muy interesante
Maite Galán says
Gracias, Adriana!