Cuantas veces habremos sentido que la persona a la que le explicamos nuestras dudas, miedos o dificultades no nos entiende como nos gustaría. O cuantas veces, en el intento de ayudar a nuestros allegados, hemos corrido hacia un consejo, o minimizado sus sentimientos para no alarmarlo, todo con nuestra buena intención, y nos han respondido “es que no me entiendes”. Es posible que nos hayan ofendido con su comentario. Pero es necesario validar lo que de verdad sentimos, validar lo que los demás sienten. Y es que parece ser que la empatía se clasifica en artículo de lujo.
Qué es la empatía
Acudiendo a la RAE, la empatía se define como:
- f. Sentimiento de identificación con algo o alguien.
- f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Breve y conciso. Es ponerse en la piel de alguien, con todo lo que conlleva: Su situación actual, su bagaje emocional… es sentir como siente el otro. Y al ser una definición breve pensamos que debería ser fácil llevarlo a la práctica, pero nada más lejos de la realidad.
Nos sale innata la necesidad de que nuestros allegados se encuentren bien y sean felices. Y cuando les ocurre algo que les preocupa no podemos evitar el querer solucionar su situación lo más rápidamente posible. Es así, cuando a mitad de la exposición de su problema, nosotros ya hemos detectado el problema principal, llegado a nuestra biblioteca mental y recetar el consejo que nos fue bien a nosotros mismos. EEERROOOOORRR!! ¡¡Nos hemos avanzado!! Acabamos de perder una oportunidad de oro para mantener fuerte los lazos de esa relación. Porque si cada vez que vienen a nosotros para comentarnos sus dificultades, les recetamos episodios autobiográficos, dicha persona se va a cansar de escucharnos. Porque no se trata de nosotros mismos, se trata de ella.
Lo sé, es difícil guardarse el recetario personal, porque es muy probable que sintonicemos con lo que la otra persona está viviendo, pero hay que tener presente de que es su situación, es su momento vital y es su preocupación. Para practicar la empatía son importantes los siguientes puntos:
Practicar la escucha activa: muchas veces se confunde este término con el mismo de la empatía. La empatía va mucho más allá, pero para llegar a la empatía hay que practicar la escucha activa. Sería como el mindfullness de la escucha. El estar presente, el atender lo que nos está diciendo, sin juicios, sin comparaciones.
No minimizar: Esto se ve claramente cuando observamos la conducta de un niño. Un niño juega en el parque despreocupadamente con su pala y su cubo, se acerca otro niño y le mueve el cubo. Ya la tenemos liada. Se acerca el adulto (o a veces ni eso, lo dice en la distancia sentado en el banco) y le dice “sólo te lo ha movido, no te quejes tanto, que no pasa nada”. Hombre, ¡pues sí que pasa! Pasa que el niño estaba concentrado en su juego y alguien lo ha desconcentrado, pasa que no ha visto venir al otro niño y se ha asustado; pasa que es SU cubo y alguien sin permiso se lo está tocando, pasa que, si tienen que llegar al forcejeo por el cubo, para un niño pequeño esto es muy violento porque no sabe si el otro niño se quedará con su cubo y no podrá volver a jugar con él. El adulto desde su perspectiva ve la escena como algo anecdótico desde un marco de realidad de adulto, pero para el niño, que sólo conoce lo que le está ocurriendo en ese momento, su llanto y su enfado no son anecdóticos.
Bien, entre adultos pasa exactamente lo mismo. La persona con un marco de realidad más amplio que la otra, puede minimizar los sentimientos que afloran cuando le explica algún suceso que ya ha vivido. Pues no se trata de eso. No minimicemos, atendamos la magnitud del problema en el marco de realidad que lo explica la persona.
Identificar sus sentimientos y compártelos: Muy relacionado con la escucha activa, éste es el paso siguiente. Para comprobar que estás entendiendo lo que te plantea, identifica los sentimientos que pueden aflorar, puedes ayudarte de “me parece que te sientes… (frustrado, asustado, enfadado, liberado…), ¿es correcto?” y dale la oportunidad al otro a corregirte si vas por buen camino, para saber que lo estás comprendiendo. No se trata de poner a caldo a la persona que la ha ofendido, no se trata de criticar. El foco lo estamos poniendo en los sentimientos que expresa la persona que te habla.
No recurrir a la autobiografía: Su vida y la tuya no se pueden comparar porque sois personas distintas. Ni los gemelos idénticos son realmente idénticos. Así que no compares su situación con aquella que hace años viviste y que, como suele pasar, tu situación fue mucho peor que la suya y aquí sigues de bien. En estos momentos a la otra persona le importa un pimiento el enésimo capítulo de cómo te va la vida. Va a dar por perdida vuestra relación por cansina y no me extrañaría.
No aconsejar a menos que te lo pidan: En ningún momento, bajo ninguna excepción saques el recetario de consejos. Es mayor nuestras ganas de solventarle el problema a esta persona, somos seres sociales por naturaleza y va en nuestro ser ayudar a los que amamos, pero la persona, en ese preciso momento lo único que quiere es sentirse comprendida. No es el momento de aconsejar para rebajar las emociones que le embargan. Es el momento de aceptar esas emociones y validarlas. Tiene derecho de sentirse así.
¿Qué ocurre cuando practicamos la empatía?
Magia, así es. Cuando a una persona se le da el espacio suficiente para que se exprese y se la acompaña a través de la empatía, la evolución de la situación cambia totalmente. La persona ya ha podido sacar todas las cartas que necesitaba y ponerlas sobre la mesa y se encuentra preparada para ponerlas en orden. Se ha sentido acompañada por alguien que ha sabido escuchar y entenderla, y ya está preparada para dar el siguiente paso que es aceptar la situación y arreglarla si es posible.
En este punto la misma persona es muy probable que te pida opinión y consejo, o que te pregunte si tú pasaste por lo mismo que ella. Entonces sí, cuando te lo ha pedido ella, es el momento correcto para aportar tu punto de vista desde tu marco de realidad.
¿Resuenan en ti mis palabras? ¿Practicas la empatía? ¿Te rodeas de personas empáticas?
Gracias por pasarte a leer. Siéntete libre para comentar.