Últimamente me encuentro habitualmente diciendo "expectativa vs realidad" en diferentes situaciones de mi día a día. Tanto la digo que me merece un post sobre ella. Me gustaría hablarte del por qué las expectativas que generamos no se cumplen al 100% en la realidad. Y por qué el perfeccionismo que vive detrás de la expectativa puede ser contraproducente, tanto en la vida diaria como en el trabajo artístico.
Como en un meme digital o en un video sobre moda de dudosa calidad, las expectativas provocan diferentes emociones cuando nos golpea en la cara la realidad.
Nuestra imaginación (a pesar de que creas que no tienes imaginación) es tremendamente rica. Se nutre de lo que observa en distintos ambientes y situaciones, mezcla, quita, añade… nuestra imaginación sobretodo crea al detalle.
La creación al detalle es directamente proporcional al deseo de cumplir aquello que imaginamos. Cuanto más deseemos algo, nuestro cerebro más pensará en ello. Más repetirá la escena, la pulirá y creará al milímetro lo que deseas que ocurra.
Y ahí estás tú, con un plan A perfecto. El sueño que quieres se haga realidad. Y a pesar de que es bueno y necesario imaginar, no deberías ser esclavo de la película que ha generado tu imaginación. Porque hay probabilidades muy bajas de que se cumpla al milímetro.
Porque la imaginación cuando vuela, no sueña en las variables. Variables como los planes y sentimientos de terceras personas, normativas y leyes que deban cumplirse, o tan sencillo como la previsión meteorológica. Estas sincronicidades pueden alterar el desarrollo de tu plan A, y por ello pueden arruinar todo lo que tenías soñado, dándote como resultado sentimientos de frustración, rabia, decepción, desilusión…
Lo que hay detrás de la expectativa
Gusta tanto el plan A y, como soñar es gratis, cuesta deshacerse de esa ensoñación para llevar esa idea a un plano más real. Y muchas veces por la misma característica: El perfeccionismo.
Alguien en su día nos vendió el perfeccionismo como un privilegio, algo a valorar positivamente en las personas que se definen así. Y nada más lejos de la realidad. El perfeccionismo es una lacra, es un roba-paz. Porque el perfeccionismo no trata de buscar la excelencia en aquello que haces. El perfeccionismo trata de buscar lo débil, incompleto y mejorable, y castigarte porque esas características aparecieron en lo que te está pasando o estás haciendo (o no haciendo).
Una persona que se define como perfeccionista sufre la incapacidad de aceptar la falta de control de lo que realiza. Quién sufre perfeccionismo está consumida por la frustración de que lo que sueña no se verá cumplido.
Es una persona que tendrá en su imaginación miles de ideas y sueños, pero que en su realidad no se atreverá a hacer por miedo al fracaso. Llenará su día de rutinas productivas, pero nada que le haga realmente feliz como sus “sueños jamás cumplidos”. Vive en una especie de limbo: demasiado perfecto para ser verdad. Demasiado irreal para ser verdad, porque lo perfecto, no existe.
El perfeccionismo es una incapacidad agotadora, porque por todo el esfuerzo que se invierte en aquello que se quiere conseguir, nunca será suficiente, o nunca será cuando se desea. La probabilidad de decepción, hacia terceras personas o hacia uno mismo, es altísima.
El perfeccionismo y la Arteterapia
Sin duda alguna, este perfeccionismo está escondido en las veces que no quieres jugar al Pictionary, está escondido en las veces que no le dibujas a tus sobrinos lo que te piden, y está escondido en el momento en el que te dices a ti y a los demás que la Arteterapia no es para ti. Está cuando dices que no sabes dibujar.
¿Seguro que no sabes dibujar? Querrás decir que no sabes dibujar como un dibujante profesional. Porque esperamos la perfección en todo, hasta en lo que no nos dedicamos.
Y te diré un secreto a voces: no es necesario que sepas dibujar como un profesional si no lo eres. Incluso hay dibujantes que no creen que dibujen bien… ¿te lo puedes creer?! El perfeccionismo nos ataca a todos, hasta a los que saben.
Demuéstrale a tu perfeccionismo que no tiene toda la razón
Te ofrezco aquí y ahora un ejercicio que no podrás rechazar de sencillo que es. Toma un trozo de papel, no es necesario que sea grande, con un post-it es suficiente, y un lápiz y bolígrafo. Prueba a hacer un monigote:
- una redonda que representa la cabeza.
- 5 líneas, una hacia abajo que representa el cuerpo. Dos en el primer tercio del cuerpo que representan los brazos. Y las dos últimas al final del cuerpo que representan las piernas.
Está bien, lo que acabas de hacer se le llama "Dibujo".
Yo no sé dibujar como un profesional. Pero me siento cómoda haciendo monigotes. Tanto, que durante años fueron protagonistas de muchas postales de cumpleaños y tiras cómicas.
Convencerme de que dibujaba gracias a los monigotes fue un peldaño tan fácil que mi perfeccionismo no me castigó más por no saber dibujar como un profesional. Pero el perfeccionismo es sutil y vuelve.
Qué te ofrece la Arteterapia
En este aspecto, el trabajo artístico que se realiza desde la Arteterapia es crucial. Porque el trabajo artístico suele no estar a la altura de tu imaginación.
Te imaginabas una composición armónica, ligera y grácil, y surgió otra totalmente distinta, más tosca, pesada y con colores incombinables. Y el perfeccionismo vuelve a la carga. Es con cada uno de mis trabajos que he sabido valorar y mejorar mis habilidades pictóricas, pero sobretodo, emocionales.
La aceptación de lo que surgió, qué me quieren decir mis sentimientos, más allá de si “quedó bonito”. Sé que da miedo dar el primer paso a dibujar, y mucho más si lo que vas a dibujar van a ser conflictos y duelos personales.
Pero lo que vas a ganar en plenitud, en conocimiento y en superación va a ser tanto que te plantearás realmente cómo no empezaste antes.
Me encantaría saber cómo pones a raya a tu perfeccionismo y si tus expectativas te dejan disfrutar de tu realidad.
Te espero en mi próximo post.
Gracias por pasarte a leer. Siéntete libre para comentar.